Hace más de un siglo de la publicación original, pero esta novela-río consigue ser actual y universal partiendo de su tiempo y de lo cotidiano, de fragmentos de la vida de decenas de habitantes de Winesburg, un pequeño pueblo del Medio Oeste norteamericano, aunque Anderson nació y creció en Clyde, a cien millas de allí.
En su afán por reunir todas las piezas posibles de un microcosmos, recuerda a “La vida: instrucciones de uso” de Georges Perec. Solo que la disección del francés (analítica, casi científica) es aquí un ramillete de escenas y personajes tratados desde la ternura, con una mirada sensible, benevolente y sutil.
Perfecta para tragos cortos.

