Capaces de sorprendernos hasta cuando conducen, los británicos han hecho gala de una independencia de criterio cada vez menos común ( por desgracia). El recuento de votos en la última cita electoral en las islas (también peculiar por el modo de distribución de escaños) es una bofetada en la cara a lo que la opinión publicada ha ido desgranando – con medidas e interesadas dosis – en las últimas semanas, a saber: descalabro de los laboristas a niveles sólo recordados por los más viejos del pub, ascenso irresistible e inevitable de los conservadores ante las urgencias que demanda la crisis y explosión de los liberales demócratas como fuerza capaz de cambiar incluso las ancestrales reglas del juego. Sigue leyendo →