
João Gilberto, padre de la bossa nova con permiso de Jobim y Vinicius de Moraes, se fue en 2019, en plena pandemia, sin hacer ruido. Excéntrico y no solo por su forma de cantar – o susurrar- “Garota de Ipanema”, “Corcovado” o “Desafinado”, pasó sus últimos momentos arruinado, inhabilitado por su propia familia, un maremágnum de hijastros y madrastras con unas movidas y cambios de alianzas entre ellos que ríete de Succession.
Recluido y siempre en pijama en un piso prestado por la familia de Caetano Veloso, solo abría la puerta para recibir el menú diario que un camarero, Sebastião Álvez “Tiãozinho” le subía desde un local cercano. Su plato favorito: cuscús de brócoli con cordero.
Ahora se edita un álbum que recoge sus actuaciones en abril de 1998 en el Sec Vila Mariana y allí aparece una canción inédita, “Rei Sem Corona”, inspirada en el exilio brasileño del rey Carlos II de Rumanía. La portada reproduce el mural dedicado a Gilberto en la fachada de un edificio de Sao Paulo.