Carta excéntrica

Postales retrofuturistas

La máquina para controlar el clima.

Pues ya que estamos viajando al futuro desde el pasado, aquí está otro intento, ilustrado y a todo color, de cómo nos imaginaban hace 125 años.

A Theodor Hildebrand siempre le fascinaron las posibilidades que abrían los progresos técnicos. En 1830, su empresa fue pionera en introducir máquinas de vapor para acelerar y abaratar la producción de chocolate, convirtiendo su factoría de Prusia en un referente internacional.

Durante la Exposición Universal de París de 1900, sus herederos -ya establecidos en Berlín- decidieron lanzar una campaña publicitaria bajo el lema «Alemania en el año 2000». Sus cajas de chocolate incluyeron una serie de 12 postales donde dejaban volar la imaginación y aventuraban cómo sería la vida en los albores del siglo XXI.

Precedente de Securitas Direct, por rayos y a través de las paredes.

Las postales mostraban locomotoras anfibias, vehículo voladores, cámaras de vigilancia, vacaciones en la Antártida o en el fondo del mar, retransmisiones de espectáculos, ingenios para el control del clima o aceras móviles.

Visiones que dibujaban un futuro más cómodo y seguro gracias a los avances de la tecnología.

Máquinas voladoras personales.
Streaming en directo de obras de teatro en casa.
Vacaciones en los Polos

Pero las cosas no siempre se encaminan hacia donde uno espera, como demuestra el lanzamiento -años después, en 1935- de otro producto de Hildebrand: la Sho-ka-Kola.

Era una caja circular con gajos de chocolate enriquecidos con cafeína y nuez de cola. Un chute de energía pensado para alimentar a la juventud alemana amante del deporte justo en vísperas de los Juegos Olímpicos de Berlín.

Llegaron a comercializar una versión con metanfetamina para el mercado doméstico. Entre sus virtudes, supuestamente, “facilitaba las tareas del hogar y además era adelgazante, ya que suprimía el apetito”. Pero acabó conociéndose como el chocolate de los aviadores, ya que tanto aditivo era capaz de mantenerles despiertos y alerta durante horas y horas.

Contra la previsión inicial de Hildebrand, que su receta serviría para ganar medallas en competiciones deportivas, el Fliegerschokolade contribuyó a la muerte y la destrucción. Gracias a los efectos de este pastillero mágico, durante la Segunda Guerra Mundial la Luftwaffe pudo enviar sus aviones en largas travesías de ida y vuelta sobre el Canal de la Mancha en el Blitz, la campaña intensiva de bombardeos aéreos sobre Gran Bretaña. Es lo que tiene el futuro, que nunca se sabe.