Excéntrica Podcast

La topografía infernal de Galileo

Detalle de «Enfer – Chant XIX». Gustave Doré.

No diremos que imberbe; pero sí jovencito. Con apenas 24 años, en 1588, Galileo es instado por la Academia Florentina a resolver un problema que navega entre lo científico y lo religioso: discernir entre dos comentaristas de Dante (Manetti y Vellutello) quién es el que ofrece una descripción más acertada y «realista» del infierno que sirve de escenario a la Divina Comedia.

El reto es importante para Galileo porque, además de la presión de salir airoso ante el cónclave de tan distinguida audiencia, las dos disertaciones que prepara al respecto quizás le abran las puertas de encargos y destinos más altos. Se ponen a prueba su sagacidad y conocimientos y Galileo quiere estar a la altura.

Como resultado de su trabajo, la Academia recibe una topografía del averno de Dante basada en las matemáticas. Bueno, y también en una regla no escrita pero que flota en el ambiente: los florentinos esperan que las tesis de su común paisano Antonio Manetti sean ratificadas por el joven científico. Está en juego el honor de la ciudad, porque Alessandro Velutello se había burlado de lo lindo de los cálculos que hiciera Manetti.

“Vista del infierno”, 1506, 1506, Antonio Manetti
“Panorámica del infierno”, 1506. Antonio Manetti.

Galileo, que por aquellos años aún sostiene que la Tierra es el centro del Universo, escudriña el texto y aplica sus conocimientos para concluir que la suma de los dantescos círculos del infierno compone un enorme paisaje cónico. El averno, con eje en Jerusalén, se extendería desde la superficie y va adelgazando en diámetro según gana en profundidad, hasta alcanzar con su vértice el mismísimo centro del planeta.

Ese punto, además, se corresponde con el ombligo de Lucifer quien, al parecer, estaba condenado a la inmovilidad. Galileo nos informa del tamaño de los distintos círculos, la cantidad de puentes que los unen, sugiere que el modelo de Velutello colapsaría y da la anchura del Aqueronte, el río que lleva hasta el Hades. Concluye su análisis diciendo:

“No encuentro en Dante lugares que obliguen a creer más en una opinión que a otra; sin embargo, son ciertas razones muy probablemente a favor de Manetti”.

Sea debido a su exposición o no, lo cierto es que la Academia quedó muy contenta con el resultado y Galileo obtuvo poco después una plaza en Pisa. Sí, la ciudad donde, además de lanzar trastos desde la torre a la calle, se puso en serio a escudriñar el Universo.

Las dos lecciones que dictó ante los académicos florentinos se extraviaron durante cientos de años y no fueron halladas de nuevo hasta el siglo XIX. Pero, además de su interpretación, han sido otros muchos los que han sentido curiosidad por imaginar o ilustrar las palabras que Dante dejó sobre el Infierno. Doré, Dalí o Barceló forman parte de esa nómina en su versión artística. Pero hay más.

En este enlace, a través de dibujos y fichas, puedes visitar un interactivo que permite navegar por los círculos del Averno, ver a qué pecados corresponde cada uno, seguir cronológicamente los diferentes Cantos de la obra o localizar y obtener más información sobre los distintos personajes que aparecen en las páginas de la Divina Comedia.