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Mundial 2006: Japón: 82 – Zambia: 33

La diferencia entre nacer en Japón o hacerlo en Zambia es que las estadísticas te otorgan medio siglo más de vida en el primer caso que en el segundo, con la diferencia añadida de que si tienes los ojos rasgados crecerás rodeado de suplementos vitamínicos, dibujos de Doraemon o reproductores de mp3 y en el otro caso, simplemente no crecerás. Pese a los objetivos marcados por la agenda del Milenio, que prevé eliminar la pobreza extrema en el planeta para 2015, UNICEF señala que "más de una cuarta parte de los niños menores de cinco años en los países en desarrollo sufre desnutrición, en muchos casos tan aguda que amenaza sus vidas y contribuye a la muerte de 5,6 millones al año".

Mientras en El Vaticano siguen haciéndose la picha un lío con lo de prohibir el condón, autorizarlo en los matrimonios de vicaría o meter sólo la puntita, el mundo (el Tercer Mundo) produce nuevos terrícolas sin descanso, a un ritmo que supera cualquier intento de mejora de las condiciones de vida y de muerte en esas zonas del globo. La situación es especialmente grave en África, donde la población infantil aquejada de desnutrición sigue subiendo, pero tampoco es muy halagüeña en América Latina, con casi nueve millones de niños en el filo de la guadaña.
 
Que gran parte de esa tragedia pueda subsanarse con el reparto de productos de tan escaso coste por unidad como la vitamina A, el hierro, la sal yodada o los preservativos debería bastar para sonrojarnos, por encima del debate más o menos ideológico sobre la globalización y las distintas visiones del desarrollo económico. Pero sin perder de vista que la solución no es sólo el parche – moralmente obligado – de dar una mayor esperanza de vida a esos niños, si no evitar que sean meras bocas que alimentar en un entorno de pobreza extrema.

El aumento de la población destroza las más optimistas especulaciones para los años venideros y eso sin contar con que las recetas aplicadas en la última décáda (que efectivamente dieron como resultado un repunte en la creación de riqueza) estan desacelerando su eficacia en los primeros años de este siglo (China incluída). Y mientras, crece la brecha entre los más riquísimos de los ricos y los más pobres de los paupérrimos.