Marruecos ha obtenido la vicepresidencia africana del nuevo Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que fue saludado por Kofi Annan exhortando "a pensar siempre en las personas a quienes les son negados sus derechos, y en quienes sufren los tratos crueles de los regímenes autorita
rios, así como en quienes padecen el flagelo de la ignorancia, el hambre o la enfermedad." Jordania, Suiza, México y la República Checa copan otras vicepresidencias de este organismo que antes de promover la candidatura marroquí pudo ver el "contrainforme" redactado para la ocasión por la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH).
Y es entonces cuando cambia el cuento: Según la AMDH, la situación de los derechos humanos en este país no es como para que se le premie en los foros internacionales, partiendo de hechos relacionados con los distintos derechos reconocidos internacionalmente. Entre ellos, que tiene "una constitución en contradicción con el sistema de los derechos humanos…que no preconiza la separación de poderes"; que se siga permitiendo la poligamia; que existan guettos de infraviviendas en las principales ciudades con un déficit de 1.240.000 viviendas; la ineficacia y escasez del sistema médico o que haya una sala de teatro por cada millón de habitantes.
El debate coincide con las denuncias del Polisario sobre que es Marruecos quien "bloquea las visitas entre las familias saharauis separadas desde hace más de treinta años por un fortificación militar", la revelación de que Rabat se utilizó como "puntos de transferencia de detenidos" en el escándalo de la red internacional de cárceles secretas de EEUU y la valoracíon de Reporteros Sin Fronteras sobre el régimen: si bien admiten una mejora en las relaciones, la ONG denuncia que "al menos hay una veintena de artículos del código de prensa que siguen estableciendo penas de cárcel" y ponen el ejemplo de la persecución sobre el periodista Alí Lmrabet en un país donde "Ni Hassan II ni Mohamed VI han concedido nunca una entrevista a un medio de comunicación".