Otros artículos

Otium et negotium

Los clásicos no solo diferenciaban el ocio del negocio, si no que incluso nos dijeron, por definición y etimología, que era contrarios. Los muy

ilusos no sospechaban que ambos conceptos se irían acercando hasta fundirse y llegar el momento – hoy – en el que los mayores negocios son los relacionados, precisamente, con la "industria del ocio" . Y gracias, en buena parte, a nuestros hábitos como consumidores. Unos lugar

es comunes y, luego, una propuesta:

–  La inmensa capacidad de alienación de la sociedad de consumo y de la publicidad como generadoras de falsas necesidades, que se trasladan también al tiempo libre.

– Consumimos compulsivamente marcas por el hecho de serlo y con la presión de estar a la moda. Los álbumes de cromos se compran ya completos; las películas de estreno duran dos semanas en cartel; los nuevas consolas y otros gadgets se reservan antes de su salida al mercado y el ocio de algunos lectores de Harry Potter es tan monotemático que pasan horas ante una librería cerrada para ser los primeros en poseer el siguiente volumen de la serie.

– Importa más el acto de la compra,  el placer momentáneo de esa compra, que el objeto o el servicio que presta. Ir al "mall" se ha transplantado a Europa como hábito semanal de ocioconsumo. Y, con ello, otras prácticas de allende el océano, cómo la acumulación de números rojos e intereses en sucesivas tarjetas de crédito. 

– Las cosas ya no se ofrecen por sí mismas, nos seducen para llenar nuestro tiempo como miembros de comunidades que no conocíamos.Terminamos "siendo" de Movistar, de la Generación Pepsi, de Mac… 

– Hay productos que reniegan de sus ventajas más evidentes para conquistarnos por nuevas vías. Compramos tiempo y bienestar para disfrutarlo a través de reductores de colesterol, mayordomos, renovadores celulares y billetes a la aventura en vez de leche, lavadoras, agua mineral y monovolúmenes. Porque tú lo vales.

Y la propuesta:  dedicar una mínima parte de ese tiempo de ocio que supuestamente nos regalaba el progreso en actividades que no estén atadas ni a la presión publicitaria ni a una compra previa. 

Ganar nuestro tiempo. 

Perderlo. 

Decidir sobre él. 

Aunque sea – como el de este artículo – tiempo empleado en una pequeña venganza: caeremos con gusto muchas más veces en su trampa, sí,  pero dejando constancia de que lo sabemos. :)