El euro, la caída del Muro, el 11-S, los Juegos de Pekín… y , ahora, la crisis de las hipotecas subprime sirven a los analistas para pronosticar (eso sí, a toro pasado) que los viejos tiempos no volverán. Forges pide en sus viñetas dos euros para permitir a su Mariano que se suba al Speaker´s Corner y le cuente al viento su original idea de que vamos hacia otro modelo. La cosa no parece tan simple ni evidente, pero tampoco está de más aprovechar la ola y reflexionar sobre nuestro modelo social y caer en la cuenta de que, como casi todo en esta vida, tiene fecha de caducidad.
La crisis y los agoreros tienen la virtud de hacernos pensar en mecanismos de defensa globales frente a los desmanes de la economía financiera o en modelos alternativos de creación y redistribución de la riqueza. Nos devuelve a primer plano las verdaderas necesidades del planeta y el obstáculo que supone dejar en manos de un puñado de corporaciones decidir su futuro.
En este contexto, la izquierda tiene de nuevo el reto de escapar de sus pasadas contradicciones, tonteos con el autoritarismo o el caudillismo y beneplácitos pesebriles al libre mercado y redefinir su estrategia ante los tiempos que se avecinan. La pregunta es si sus teóricos están listos para el salto adelante.