Obama tiene el viento a favor de los medios y despierta simpatías allende las fronteras, pero no ha logrado despegarse del aliento de McCain y su controvertida compañera de ticket. El héroe de guerra, cuyo nombre hace unos días sólo nos recordaba el de las patatas fritas congeladas, y la ultraconservadora que adorna sus estancias con pieles de oso le pisan los talones en las encuestas sin gastar pólvora.
Y es que, deseos aparte, no está clara la tendencia al cambio. Un candidato liberal, de raza negra, sin el apoyo entusiasta de la comunidad hispana o los trabajadores – que depositaban sus esperanzas en Hillary Clinton-, con barniz conciliador, comprometido socialmente, amigo de la vieja Europa y sin carnet de la Asociación del Rifle lo tiene bastante crudo para arrancar el voto en muchos estados profundamente conservadores y de gran peso en la decisión final, para desesperación de los «berlineses» que no votaremos en Noviembre.