Carta excéntrica, Excéntrica Podcast

Mimos, nazis y mayonesa

 

¿Cómo escamotear en un registro un documento vital? A la vista, diría Allan Poe. Pero nuestro protagonista de hoy encontró y puso en práctica un método, quizás menos sutil, pero igualmente efectivo. Claro que antes de contar el truco, es necesaria una presentación.

El mimo por excelencia, el mimo de todos los mimos, Marcel Marceau, ocultaba en los escenarios su identidad embadurnándose el rostro de un denso maquillaje blanco y pintando sus labios de intenso carmín.

Fascinado por el trabajo de Charles Chaplin, inventó su propio Charlot. Mudo como las películas mudas, también vagabundo de gran corazón y siempre a contracorriente de la vida. Solo que en lugar de bombín, bastón y bigote, su personaje, su otro yo (Bip the Clown) iría ataviado con camiseta de rayas y un sombrero raída, coronado con una flor roja, casi marchita, simbolizando -decía- ¨la fragilidad de la vida”.

Un mimo en guerra
Pero mucho de antes de que aquel personaje comenzará a hacerse popular, acabada la II Guerra Mundial y como espectáculo dirigido a la soldadesca de la Alemania ocupada por los aliados, nuestro mimo ya tenía experiencia en ocultar su identidad transformándose en alguien distinto.

Siendo un adolescente, Marcel, junto al resto de su familia, de origen judío, tuvo que abandonar precipitadamente Estrasburgo para huir de la invasión nazi a Francia. Y la decisión estaba bien fundamentada. Su padre, un carnicero kosher, sería arrestado, ya casi al final de la contienda, y deportado por la Gestapo al campo de concentración de Auschwitz, donde fue asesinado.

Precisamente para evitar ser identificados, Marcel y su hermano decidieron mudar su apellido real, Mangel, por el de un general, héroe de la Revolución Francesa. Y así, lo que podría parecer un pegadizo seudónimo artístico (Marcel Marceau), se nos revela como la treta que le ayudó a escapar de un probable final en la cámara de gas.

Los dos hermanos no tardaron en incorporarse a las filas de la Resistencia. También su primo Georges Loinger planta cara a los nazis a su modo, en este caso falsificando pasaportes, salvoconductos y otros documentos como parte de su trabajo para la O.S.E., una organización internacional aún en activo y que se dedicaba a proporcionar ayuda y asistencia a los judíos perseguidos.

Entre otras actividades, aquella entente familiar comenzó a ingeniárselas para trasladar a grupos de niños y adolescentes, judíos y gentiles, a un entorno más seguro, cruzando la frontera con la neutral Suiza.

Y aquí es donde Marcel y su primo nos demuestran su ingenio. En una ocasión organizaron un intento de fuga camuflando sus planes como si de una excursión de Boy Scouts se tratara, una inocente pandilla dispuesta a disfrutar de una excusión por la montaña. Eso sí, guardando silencio en todo momento, para intentar pasar desapercibidos en el bosque, como contaría muchos años después el mimo:

“Viajar con grandes grupos de ellos no era nada fácil, y muy pe

ligroso, porque los soldados nazis de los retenes eran estúpidos… pero no tanto. Mi arma secreta era mi entrenamiento como mimo. Jugábamos a que nadie hablara. Ni yo, ni ellos. Marchaban, se reían, creo que me adoraban, y sé que muchos años después comprendieron que yo luchaba por sus vidas’’.

En las mochilas llevaban la documentación precisa para esa nueva vida, y aquí retomamos la idea de cómo escamotear algo de la mejor manera posible. Se les ocurrió que el mejor sitio para esconder esos papeles era meterlos dentro de los bocadillos de los chavales. Una inocente baguette pero con un extraño ingrediente extra en el relleno y, atención, bien embadurnada por todas partes, casi chorreante, de mayonesa.

Al encontrarse, ya cerca del lugar elegido para cruzar la frontera, con una patrulla alemana, los guardias, tal y como habían imaginado Marcel y su primo, no quisieron pringar sus valiosos guantes inspeccionando con demasiado detalle esos bocatas que rezumaban salsa aceitosa, así que les dejaron seguir su camino.

Con este método de fuga y otros similares, como se cuenta en el documental Señor Mayonesa, dirigido en 2016 por el hijo de George y también en la película Resistance (Apple TV), basada en las peripecias de Marcel Marceau durante la guerra, ambos lograron que hasta 400 niños y niñas abandonaran la Francia ocupada y salvaran la vida.