Ha pasado mucho tiempo desde la última turra de libros y hoy termina la feria de mi ciudad, aunque en estas semanas hay muchas otras. Así que, por si te tientan, aquí dejo una lista de lecturas de los últimos meses. No todas son novedades; varias se han asomado ya a la Carta.
Una colección de relatos de sus inicios como escritora, pero publicada en castellano hace solo un par de años. La infancia, el paso del tiempo o la soledad en cuentos en los que la premio Nobel dibuja personajes -casi siempre femeninos- reales y complejos.
Otra recopilación, pero de artículos periodísticos, y que ha salido citada por aquí. Un poco irregular, creo, revela momentos cotidianos de la autora y es ideal para el picoteo.
Novelón de enigmas y amor a los libros, galardonado con el premio Goncourt y también reseñado hace pocas semanas.
Que no todo sea ficción. Este es un libro de viajes, una crónica de la mirada de los occidentales sobre distintos países de Asía a partir de las biografías, textos y anécdotas de escritores como Conrad, Kipling, Orwell…
El de Jiménez me llevó por asociación de ideas a rescatar una vieja edición de El camino más corto, de Manu Leguineche. También han caído la trilogía de Liu Cixin, releída ante el estreno de El problema de los tres cuerpos en Netflix, y Gargantúa y Pantagruel, de François Rabelais, porque hay que volver a los clásicos y -sobre todo el primer libro- es absolutamente brutal, cómico, escatológico y, sin embargo, apetitoso.
Tras el banquete pantagruélico, los versos de Ann Carson (Hombres en su horas libres) y Paisaje con grano de arena (Wislawa Szymborska), para alimentar también el alma, y los ya comentados por aquí Madre de corazón atómico (A. Fernández Mallo) y El ruido de una época, de Ariana Harwick. Una recomendación más: Sagitario, o cualquier otra cosa de Natalia Ginzburg. Nunca defrauda.
Por otro lado, los hay que no han encajado con mis gustos, pero se habla muy bien de ellos en general, así que no los obviemos: La biblioteca de los nuevos comienzos (Michiko Aoyama) y el Hamnet de Maggie O’Farrell.
En proceso, por eso cierra la lista. A pesar de centrarse en algo aparentemente trivial y muy concreto (o por eso mismo), la historia de los cítricos en Italia es un viaje ameno y lleno de curiosidades.
