Dice la leyenda que Hierón II, tirano de Siracusa, puso en un brete a su paisano Arquímedes al pedirle que averiguara si le habían timado usando metales menos nobles que el oro en la fabricación de su corona.
Mientras combatía el estrés por el encargo relajándose en la bañera, Arquímedes vio el agua rebosar y, de repente, le vino a la cabeza la solución al problema:
«Un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del fluido desalojado».
Así que un instante de aparente desconexión le llevó a la respuesta que el rey reclamaba y, de paso, a articular el Principio por el que pasaría a la historia de la Ciencia.
Loco de júbilo, salió de la bañera (y de su casa) en pelota picada gritando “eureka” por las calles de Siracusa.
Es una anécdota ben trovata aunque en realidad Arquímedes probablemente utilizó, en lugar de una bañera, su ingenio y una balanza hidrostática para comparar densidades y resolver el misterio de la corona de oro.

Pero ese “momento eureka” define desde entonces el mágico instante en el que todo se alinea para resultar en un hallazgo repentino, insospechado y feliz. Y uno de los momentos eureka más famosos de la historia (también envuelto en la leyenda) es el que tiene como protagonista a sir Isaac Newton.
Exacto. Lo de que Newton ve una manzana cayendo en línea recta desde la rama del árbol hacia el suelo y en su mente se revela la explicación a ese fenómeno a la vez tan común y tan misterioso como que las cosas caen por su propio peso.
En su libro Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, publicado en 1687, establecerá por primera vez que la fuerza con que se atraen dos cuerpos es proporcional al producto de sus masas dividido por la distancia que les separa al cuadrado: la ley de la gravedad.
Pero, a diferencia de Arquímedes, parece que la historia de Newton y la manzana responde a un hecho que realmente tuvo lugar y hay varias fuentes (y varios manzanos) dispuestos a corroborarla.

Sobre el momento, la revelación habría tenido lugar en el jardín de la casa de su madre en Woolsthorpe, Lincolnshire, donde Newton se refugió de la peste que asoló Inglaterra en 1665, forzando la suspensión de sus clases en la Universidad de Cambridge. Un antecedente del confinamiento y el teletrabajo.
Sobré las fuentes, los primeros en dar cuenta de la historia de la manzana son el sucesor de Newton al frente de la Real Casa de la Moneda y albacea de su testamento, John Conduitt, y Catherine Barton, esposa de John y que, mira por dónde, resultaba ser sobrina nieta del propio Newton, al que acompañaría y cuidaría en sus últimos días.
Catherine se lo contó a Voltaire, quien lo hizo público por primera vez, y Conduitt también lo reflejó en sus memorias:
«En el año 1665, cuando se retiró a su casa en ocasión de la Plaga, ideó su sistema de gravedad que se le ocurrió observando una manzana cayendo de un árbol.»
Hay más testimonios, como el del arqueólogo William Stukeley, quien afirma que durante una visita a Newton y bajo el mismo (y único) manzano de la finca, el científico le contó una versión muy similar de lo ocurrido.
El manzano sobrevivió a la plaga, a Newton e incluso a un rayo que estuvo a punto de reducirlo a cenizas y, ya en el siglo XIX, se convirtió en lugar de culto y surtidor de esquejes para ser replantados en distintas ubicaciones. El original sigue en Woolsthorpe, pero hay retoños crecidos de ese mismo árbol repartidos por casi todo el mundo.
El de la Universidad de Cambridge, destruido durante una tormenta, fue replantado en 2022. También hay retoños del original en Londres. Y más clones suyos siguen produciendo manzanas del tipo Flower of Kent en sitios tan dispares como Los Ángeles, el Instituto de Tecnología de Massachusetts, Canadá, Alemania, Japón, China, Corea del Sur, Australia, Suecia, India, Nueva Zelanda o Argentina.
Normal que desate tanto interés. Si Newton hubiera tenido su “momento eureka” al dejar caer la taza del desayuno, por ejemplo, probablemente no habría codazos por hacerse con otras piezas de su vajilla.
Pero es un manzano. Vivo, orgánico, savia de la savia original dejando caer el mismo fruto que la tradición señala como símbolo del conocimiento y razón de la expulsión de la Humanidad del Paraíso. La manzana de Adán y Eva. La manzana que Newton levantó del suelo para formular un mundo nuevo.
