Hay miles de millones de humanos agitándose cada día en afanes más o menos trascendentes. Que uno de ellos suba una bomba a su avión, que otro salte un cordón de seguridad o que el de más allá golpee con un souvenir, zapato o tarta de nata a un poderoso es el acto de uno entre millones, pese a las graves consecuencias que pudieron tener esos acontecimientos.
Sin embargo, se debate sobre su origen y circunstancias; se relacionan estos sucesos con otros períodos o acontecimientos consagrados por la Historia; aparecen como desafíos a la civilización, como protestas desesperadas ante la política y la moral dominantes. Es posible que los medios den eco profundo y duradero a estas acciones porque remueven nuestra conciencia. Un reconocimiento de que algo falla cuando hay quien las encuentra más poderosas y eficaces que un discurso, un acto público o un manifiesto.