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Las grandes minorías de Europa

La línea roja, la marca de nivel que alertaría de un peligro inminente de desbordamiento ante la crecida de los partidos antieuropeos y otras formaciones críticas se ha fijado tanto en su porcentaje de voto (entre el 4 y el 6%) como en la posibilidad de contar con grupo propio, ya que de otro modo su influencia sería escasa.

En los últimos años esos niveles han sido sobrepasados. Distintas elecciones nacionales han otorgado a, por ejemplo, las fuerzas de extrema derecha porcentajes de voto superiores en muchos países (Hungría, Bélgica, Holanda, Dinamarca, Finlandia, Austria…), con Aurora Dorada y el Frente Nacional también al alza.

Hay que recordar la alianza formal entre este último y el Partido de la Libertad holandés, escenificada en la reunión del pasado noviembre entre Le Pen y Wilders. Ambos lideran los sondeos en sus respectivos países y tienen a su alcance el apoyo de diputados de siete estados y superar las 25 actas para formar grupo.

Desde otros presupuestos, fenómenos como el auge nacionalista, la irrupción del Movimiento 5 estrellas de Beppe Grillo, los resultados de Syriza en las locales griegas o el ascenso del UKIP (por delante de conservadores y laboristas en intención de voto) ya no permiten hablar sólo de ruidosos pero irrelevantes compañeros de bancada: serán probablemente más de 200 los diputados a sumar por los no inscritos, Izquierda Unitaria, Conservadores y Reformistas y EFD.

Todo ello en un escenario de mayor poder del Parlamento, desapego ciudadano, abstención creciente y erosión de los bloques hasta ahora mayoritarios (socialdemócratas, conservadores, liberales y verdes), con una casi obligada (y quizás temeraria) convergencia de intereses entre los dos grupos mayoritarios para sacar adelante cualquier propuesta.

Un frente común implica organización y unidad de acción. Pero, con distintas visiones y objetivos, se podría hablar del fantasma de una minoría de bloqueo recorriendo Europa.

Publicado en esglobal.org