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Más política para Europa

 

Como reconoce en sus análisis la propia institución, desde 1979 la participación en las elecciones al Parlamento Europeo ha bajado 16 puntos, desde el 62 por ciento al 45,5 por ciento en los últimos comicios, celebrados en 2004. La tendencia, acelerada con la entrada de los nuevos países miembros, refleja la percepción ciudadana de que no se trata de unos comicios relevantes para su futuro. Es cierto que el Parlamento debate sobre temas directamente relacionados con nuestra vida diaria: igualdad de oportunidades, inmigración, fondos comunitarios, protección del consumidor, protección del medio ambiente, etc., pero esa fuerza legislativa no es apreciada como tal por la población.

Sin salir de casa, los comicios de Junio son vistos en España en clave de termómetro político sobre el apoyo con que cuentan las dos principales formaciones en el ecuador de la legislatura. La opinión pública, y sobre todo la opinón publicada, no hace hincapié en los retos del nuevo Parlamento si no en las consecuencias que tendrá para el futuro de Zapatero o de Rajoy.

Ante esta realidad, los responsables de comunicación buscan la cercanía de electorado a través de caravanas informativas o de webs como www.noseasidiota.com, cuyo mensaje va dirigido al 75% de los jóvenes que «pasaron» de votar en las anteriores elecciones. Con la idea de «si no votas, luego no te quejes» se trata de convencernos de la importancia de esta cita, admitiendo la escasa repercusión del trabajo diario de sus señorías.

Pero en la autocrítica se echan de menos otros factores que quizás ayuden a explicar la baja participación, como el enorme peso del factor nacional en la composición y decisiones del parlamento, la inexistencia de un poder ejecutivo elegido de forma directa y el bajo perfil político de sus actores principales. Es un error volcarse sólo en lo utilitario y despreciar el potencial movilizador de la política con mayúsculas. Si los ciudadanos no acuden a las urnas es – también -porque sentimos que Europa es una entidad descafeinada y meramente administrativa, incapaz de tener una identidad propia e impedida a la hora de proponer en voz alta un modelo de sociedad, proteger los valores que nos identifican y liderar los cambios que en esta hora el mundo necesita. 

Leyendo las opiniones ciudadanas en los propios foros de internet del Parlamento al respecto de las elecciones, se repiten algunos términos y temas: transparencia, democracia, actitud única ante la crisis, elección del presidente de la Comisión, debate público, empleo, políticas sociales, valoración de Europa frente a las nacionalidades, unión política… Ya tienen materia los candidatos para sus mítines y tarea para el futuro.