En el dialecto del italiano que se habla en Bolonia, Umarî significa literalmente “hombrecillo”, pero dice Wikipedia que también se aplica a:
“Hombres en edad de jubilación quienes pasan su tiempo mirando sitios de construcción, especialmente obras viales, estereotípicamente con las manos cruzadas detrás de su espalda y ofreciendo consejos no deseados.”
Vamos, que los jubilados curioseando las obras no es un invento de aquí. Sean de donde sean, los umarell profesionales están llamados a participar en el “Campionato Mondiale di Umari”, cuyo plazo de inscripción se cierra el 10 de junio.
Así que ya tienes otro plan para hoy.

Se compite en tres modalidades: bocetos tomados del natural, notas de texto detalladas sobre el progreso de las obras que se estén observando y creaciones literarias libres en prosa o verso inspiradas en la experiencia personal.
Los menores de quince años cuentan con su propia categoría, una “búsqueda del tesoro” en la que deberán localizar en la calle y marcar como “vistos” los objetos que aparecen en la guía oficial de la prueba:

El campeonato tiene una buena dosis de retranca, pero se organiza desde un colectivo de ingenieros y urbanistas que cree ver en el hábito de los jubilados algo más que una forma de pasar el rato:
“Se interesan por el entorno construido, el entorno que nuestra especie crea y en el que la mayoría de nosotros pasamos la mayor parte de nuestro tiempo.
Un umarell dirige su atención a la creación de ese entorno, tomándose el tiempo para apreciar los materiales, las máquinas y los músculos de los que emerge.
Hacer “umarelling” es un acto de respeto y aprecio.”
Echar la mañana acodado en una valla tiene más miga filosófica y sentido cívico de lo que parece. Ese punto de vista me recuerda a Nani Moretti.
En la primera parte de Caro diario (en Filmin o Prime Video), Moretti recorre Roma a lomos de su Vespa, como seguro recuerdas. Y si no, ya te pongo yo el cartel de la película para que hagas memoria.

Nos cuenta cuánto le gusta detenerse delante de algún edificio que, por lo que sea, llama su atención y entrar a hablar con los inquilinos. Luego sugiere que podría hacerse todo un largometraje que tan solo mostrara, una tras otra, fachadas y más fachadas de casas, bloques de viviendas o palacios. Y a eso precisamente dedica los siguientes minutos. Otro acto de curiosidad y cariño por la ciudad y sus habitantes.
