
¿Queda algún cine en tu barrio o pueblo? Hay incluso grandes ciudades que ya no cuentan con ninguno. Bueno, o que sí lo tienen, pero a condición de ir en coche hasta un centro comercial en las afueras, “elegir” entre las seis pelis que propone la distribuidora, pagar en taquilla el precio de una suscripción mensual de streaming y disfrutar de un DVD en una sala de cien metros cuadrados que huele a nachos con queso y donde se escucha el sorber de refrescos y el triscar de palomitas en Dolby Stereo :(.
*(El párrafo anterior puede contener exageraciones a efectos puramente narrativos).
Ante el panorama, hay quien se empeña en ofertar otras formas de ver cine, recuperar los cineclubs o en crear cinetecas de barrio. Con experiencias como la exhibición en teatros públicos, la gestión comunitaria de salas amenazadas por el cierre o creando espacios autogestionados donde elegir, ver y hasta producir películas en común.
En Madrid se ha lanzado una convocatoria para promover iniciativas de este tipo. Se presentaba en público proyectando “Rebobine, por favor”, comedia de Míchel Gondry donde se cuenta la historia de un videoclub que borra accidentalmente todas sus cintas. Como remedio al desastre, se lanza a hacer remakes caseros para sustituir los vídeos originales con, sorprendentemente, gran éxito de crítica y público.

Resulta que Gondry no solo lo propone en la ficción. Desde sus videoclips para Bjork, Chemical Brothers, Radiohead o Daft Punk hasta su última película, “El libro de las soluciones”, el francés mantiene una rutina creativa que apuesta por el “hágalo usted mismo”. Acostumbra a usar stop motion, collages, materiales y efectos especiales caseros para plasmar aquello que imagina, ignorando los modos y las técnicas que dicta la industria.
Un paso más allá, Gondry ha impulsado fábricas itinerantes de cine amateur en distintas ciudades de todo el mundo, desde Nueva York a Sao Paulo. Laboratorios pensados para que el vecindario pueda producir, rodar y exhibir sus propias historias.

También ha colaborado en propuestas, ajenas pero similares, en otros lugares y llegó a poner en marcha un taller cinematográfico permanente en la periferia de Paris.
En Filmin, además de su última película, hay un documental que narra cómo empezó el director, su filosofía de trabajo, los métodos caseros que revolucionaron los videoclips de la MTV en los años 90, las colaboraciones con Spike Jonze o Charlie Kaufman y también los primeros pasos de sus fábricas comunitarias de cine.
