
Katerina Kamprani propone una colección de objetos incómodos, diseñados a conciencia para resultar poco o nada prácticos. Pero, además del simple asombro, pretende con ellos «desafiar las suposiciones sobre la funcionalidad y el propósito de los objetos comunes y animarnos a repensar nuestra relación con el mundo que nos rodea».



Puede que te recuerden a los «objetos inencontrables» o (como se llamaron las invenciones de Jacques Carelman en las exposiciones que recorrieron España hace décadas) «objetos imposibles». Primero nacieron como ilustraciones; más tarde, algunas de ellas acabaron convertidas en piezas «reales».



Con sus diferencias, ambos artistas coinciden en propuestas a primera vista absurdas, quizá con la intención de preservar una mayor lógica interna en el caso del marsellés.

